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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Escenario económico pos electoral en Argentina

Medidas económicas pos elecciones presidenciales

Por: Julio C. Gambina
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

Las medidas económicas dispuestas por el gobierno luego de las elecciones de renovación presidencial alimentan el debate político sobre el orden económico, no solo como una cuestión de polémica entre oficialistas y opositores, sino en un sentido más general. La economía ganó el debate cotidiano sobre “lo que está bien” o “lo que está mal”, sea por la manipulación de los medios de comunicación, por los temas que el propio gobierno pone en agenda para la consideración pública, o por la sensación social que genera una batería de medidas que no son inocuas, y que, como siempre, suponen beneficiarios y perjudicados.

Liquidar exportaciones en el mercado local

Por un lado, al obligar a las mineras y petroleras a liquidar en el mercado local el producto de sus ventas externas, se exacerbó el cuestionamiento de la posibilidad que hasta ahora tenían estas empresas, en su totalidad grupos extranjeros asociados a la tendencia transnacional de la economía mundial. 

¿Por qué ahora y no antes? Seguramente el tema se asocia a la caída de las reservas internacionales por 5.000 millones de dólares del máximo acumulado en febrero pasado. De más de 52.000 millones de dólares a menos de los 47.000 millones actuales. Pero esa mirada en la coyuntura de los ahorros externos evade la discusión de fondo sobre el modelo productivo petrolero y minero. ¿Porqué debe sostenerse el marco privatizador de los 90´ en materia de hidrocarburos? ¿No será tiempo de ejercer soberanía energética más allá de la disposición de liquidar las ventas externas? ¿Por qué no pensar en la recuperación soberana de la renta de los hidrocarburos? 

Del mismo modo, respecto de la renta minera debe pensarse en el mismo sentido, con el condicionante que supone la institucionalidad del pacto minero suscripto entre Argentina y Chile en los 90´. ¿No es tiempo de repasar la institucionalidad impuesta en la última década del siglo pasado? En Chile existe una resistencia a las represas, por lo cual, amparados en las crecientes relaciones fronterizas se analizan transferir proyectos desde el país trasandino a la Argentina. 

El problema son los bienes comunes en la larga frontera andina, su explotación y utilización, con fines soberanos o de profundización de la dependencia y la subordinación al capital transnacional.
Lo real es que las finanzas públicas y la situación económica necesitan del ingreso de divisas, y con la medida se le quita un inaceptable privilegio a un grupo reducido de grandes empresas, en su mayoría extranjeras. Estas manifestaron que las disposiciones no afectarán su funcionamiento, ni suponen cambios estructurales en la propiedad u orientación del negocio.

Frenar la demanda de dólares

Por otro lado, al vincular las compras de dólares y otras monedas externas con los registros de la AFIP, se pretende mejorar la administración fiscal y combatir el delito del lavado de dinero, según se anuncia, al tiempo que se restringe la facilidad de los inversores para canjear moneda nacional por externa y ralentizar la presión por fuga de capitales. El efecto no buscado es la creciente salida de ahorristas dolarizados del sistema bancario por temores fundados o infundados en la potencial pérdida de sus ahorros. La respuesta gubernamental es la provisión regular de dólares por parte del BCRA a los bancos para satisfacer la demanda de sus ahorristas o inversores en moneda extranjera. 

Ahora muchos se enteran que las reservas contabilizan esos depósitos de particulares, en rigor una parte de ellos, como reservas internacionales, que por lo tanto no resultan disponibles en su conjunto y expresan cierta condicionalidad en función de su utilización por los dueños privados. ¿Cuántas son las reservas genuinas, que expresan el ahorro público? 

Además, las quejas de muchos importadores pequeños, ante la dificultad de adquirir los dólares, pone en evidencia un importante mercado irregular en el país, de compradores de moneda externa que no pueden justificar sus ingresos y que ante las restricciones actuales se rinden a la especulación del dólar paralelo, “blue”, o ilegal, pagando valores superiores al oficial, lo que supone, de hecho una devaluación confirmada por una parte de la sociedad, y que termina siendo trasladada a precios. 

Más de un consumidor de productos importados reconocerá en estos días ese encarecimiento, legitimando la evasión fiscal y la irregularidad en que funciona buena parte de la economía argentina. El accionar inmediato de las autoridades luego del anuncio de las medidas apuntó a frenar la extensión de la brecha entre oficial y paralelo, aunque el aumento de precios generado difícilmente retroceda.

Comenzar a desmantelar los subsidios

Algo similar nos devuelve la lógica de los subsidios, con anuncios por ahora recortados en dos tandas.
Primero a grandes empresas bancarias, de seguros y del juego, entre otros, que siendo menos del 1% del conjunto de los subsidios, indigna a quienes se enteran del financiamiento del conjunto de la sociedad a ese núcleo de empresas que reconocen cuantiosas ganancias. 

El interrogante era cómo se abordaría la reducción del otro 99% de los subsidios. La respuesta avanza por ahora, en el segundo anuncio, en la quita de subsidios por servicios a grandes empresas de combustibles, procesamiento de gas natural, biocombustibles, aceites y agroquímicos, y a los usuarios residenciales de mayor poder adquisitivo (Puerto Madero, Barrio Parque y Countries de todo el país). 

Por ahora, la quita anunciada de subsidios en ambas comunicaciones afecta a menos del 10% del total previsto para subsidios por 75.000 millones de pesos. 

Para el sector residencial, mantener el subsidio supone presentar un “certificado de pobreza” que amerite la continuidad de la transferencia de ingresos públicos para atender el gasto de servicios públicos. 

La evidencia de la baja de reservas internacionales anticipa dificultades para sostener los superávit comerciales y fiscales, sea por una tendencia a mayor crecimiento de importaciones que exportaciones, con el agravante del recurrente deterioro en la coyuntura de crisis mundial de los precios de exportación; como por la acumulación de problemas de financiamiento provincial y nacional que motiva una preocupación por los recursos públicos. 

¿Habrá traslado a precios por la eliminación de subsidios? Aunque desde el gobierno se indique que no, la lógica capitalista de la ganancia señala que si no media prohibición estatal de trasladar a precio, los empresarios y sectores de elevados ingresos descargarán el mayor costo incurrido sobre los consumidores. Además, ante la quita del subsidio a los consumidores residenciales, la diferencia se cargará al usuario. 

El interrogante para el mantenimiento del subsidio será el límite de los ingresos, algo por ahora desconocido. Nuevamente se confirma que el pobre debe poner en evidencia su pobreza para ser considerado sujeto del beneficio, aún cuando se certifica que los receptores de ingresos por programas sociales serán exceptuados de oficio.

Problemas locales y mundiales

En síntesis, varias cuestiones que estaban veladas en el análisis de la economía, como la inflación, o encarecimiento de los precios, pasan a ser considerados en la coyuntura del debate cotidiano, aún cuando en el registro futuro del INDEC tampoco se refleje. 

La cuestión de fondo se manifiesta en una tendencia al achique de los superávit gemelos, del comercio exterior y las finanzas públicas, lo que obliga a la modificación de algunas variables vía cambios de los precios relativos. 

Algunos sectores podrán descargar el mayor costo que suponen las medidas, otros no, lo que habilita una nueva ronda de disputa por el ingreso. 

La sensación es que muchos de los problemas ahora evidentes en la economía responden a consideraciones locales, pero también al impacto de la crisis mundial, que desembarca en la Argentina. Lo preocupante de las dificultades del capitalismo en el mundo, son sus respuestas, las que se verifican como ajuste hacia los sectores más vulnerables. Es lo que devuelve la realidad de los nuevos gobiernos en Grecia o Italia, que no es otra receta que aquella que conocimos en los 80´ y 90´ y que desembocaran en el descalabro del 2001 y el ajuste posterior pagado con desempleo y caída de los ingresos populares. 

Estas primeras medidas pos electorales en Argentina destacan problemas de arrastre, que empiezan a evidenciarse, lo que supone correcciones que afectan intereses. Lo curioso, es que muchos defensores de la política oficial reconocen ahora la necesidad de eliminar injustas transferencias de ingresos públicos a sectores con sobrada capacidad de pago. Es algo que debió hacerse antes y que demoraron razones de política electoral. 

Los anuncios seguirán hasta la asunción del nuevo gobierno y probablemente continúen en función de la evolución de la crisis mundial asociada a los problemas locales. Resta aún precisar la ecuación final de beneficiarios y perjudicados. ¿Cuánto se traslada a precios o no? La sospecha que emerge del comentario sugiere que mientras no se modifique el modelo productivo y el patrón de consumo derivado, el poder económico tiene resto para transferir al conjunto de la sociedad los nuevos mayores costos. 

Nuestra reflexión apunta a pensar más allá de la coyuntura fiscal y la lógica capitalista, la de la ganancia y la acumulación del capital. Se trata de pensar otras lógicas productivas y de consumo, con preeminencia de la satisfacción extendida de necesidades sociales, aunque en rigor, para que ello se traduzca en anuncios aún falta mayor densidad en la demanda social por cambios profundos de la economía y la política.
Buenos Aires, 16 de noviembre de 2011


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Julio C. Gambina

lunes, 14 de noviembre de 2011

Los presidenciables y el discurso político del voto


EL DISCURSO POLÍTICO DEL VOTO

Guillermo Gómez Santibáñez


Los candidatos de los distintos partidos, que  aspiraron a la presidencia de la República de Nicaragua, entraron seguramente esta semana en un tiempo de reflexión y autoevaluación sobre el resultado de las elecciones, revisando lo bueno y lo malo de su campaña y la fuerza y debilidad de sus discursos. Sus aspiraciones al poder político se definió, parcialmente, la noche del 6 de noviembre pasado, cuando el voto popular se expresó mayoritariamente en las urnas mediante el ejercicio ciudadano y democrático del sufragio universal de los nicaragüenses y cuyos resultados emitidos por el Consejo Supremo Electoral, señalaban ya una tendencia clara hacia el Comandante Daniel Ortega, candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Un análisis de contenido, en su nivel de superficie (descripción de la información), sobre la construcción del discurso político de algunos de los candidatos a presidente,  nos permite ver lo verdadero y lo falso, las contradicciones y los reparos de última hora de los programas de gobierno, que apuntan al enamoramiento y a la conquista del voto del electorado nacional. Veamos algunas señales:

El respeto al voto popular.

Nicaragua es un país con una democracia joven, defectuosa, de tipo delegativa, que no ha podido todavía articular a plenitud un Estado de Derecho, donde los poderes ejecutivos, legislativos, judiciales y el Tribunal electoral encuentren el equilibrio y la autonomía suficiente y necesaria para desarrollarse y desempeñar su función. Nos batimos más bien, entre una democracia minimalista, eligiendo cada cinco años gobernantes; y una democracia elitista, que sirve para rotar y privilegiar a la élite gobernante. Este es un concepto de democracia restrictiva que implica que la única ciudadanía válida es la ciudadanía política, es decir, los únicos derechos propios de la democracia son los políticos, excluyendo otras dimensiones de la ciudadanía. Este concepto de democracia nos conduce a un círculo vicioso y maldito donde la democracia se define, en última instancia, a partir del principio de incertidumbre en los resultados electorales. 

Pese a las reglas del juego impuestas; hay en la ciudadanía una conciencia del “voto ajeno” como algo sagrado. El respeto a la “voluntad del ciudadano” debe predominar a toda costa. Esto se da en tanto el elector se autocomprende como persona, con derechos políticos y sociales, cuya voluntad de decisión, en un proceso electoral, reside en la conciencia reflexiva, donde nada ni nadie más que el propio ciudadano puede intervenir.

El modelo político que se ha impuesto históricamente en Nicaragua responde a una matriz de dominación colonial y neocolonial, con escenarios propicios para la implantación del pensamiento liberal y neoliberal. Entre el año 79 y 90 del siglo XX, Nicaragua tuvo un punto de inflexión y de tendencia hacia la izquierda que reivindicó el derecho de los más pobres, el derecho a la tierra y el derecho a la educación. Los datos socioeconómicos del votante nicaragüense indican que el 80% del voto es pobre, lo que implica que es un voto de clase, que paga impuestos, muchas veces más del que le corresponde pagar al rico.

La forma en cómo los candidatos han definido su discurso político y la manera en que han construido su imagen y los símbolos de su campaña electoral, tiene una incidencia enorme sobre la conciencia de los votantes, tanto como la posibilidad de impacto sobre el segmento de los indiferentes y los  indecisos. Sin embargo, no han sabido cómo conquistar el voto de los pobres, no conocen el mundo real de los pobres, les ha faltado creatividad, compromiso e inteligencia política en este horizonte.

La naturaleza del voto, aún con sus limitaciones de una democracia defectuosa, puede decidir el destino político de Nicaragua, en términos de un determinado  modelo político y programa país. Respecto a esto vale mencionar que no es suficiente escribir un programa de gobierno para postularse a la presidencia. Al ciudadano nicaragüense le interesa mucho no sólo un programa bien articulado y aterrizado en la realidad, sino también quién es el que lo liderará y tendrá la capacidad de incidir en su cumplimiento. Pero más importante aún es que el programa tenga la fuerza y la estrategia política de transformar las desigualdades económicas y sociales de la sociedad. No se trata más de lo mismo, ni de defender los intereses de los que ostentan el poder económico, sino de romper con las injusticias y asimetrías de un modelo económico y social excluyente. En este sentido, cabe citar a  Marx, cuando les reprochó a los filósofos de su tiempo, en la XI tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversas manera; lo que importa, es transformarlo.

Los vientos políticos tempestuosos que en estos días soplan en Nicaragua son el claro indicio que el voto del “soberano” vale ante una carrera presidencial y legislativa. Por ella y por el voto, algunos son capaces hasta de brincar de un partido a otro, sin términos medios, otros, de traicionar su propia conciencia social y su ideario, sin importar que ayer fueron radicales revolucionarios y hoy ya no recuerdan su lucha ideológica y se han debilitado. Más allá de explicaciones cuantitativas o de formulas estadísticas, lo cierto es que un padrón de 3,4 millones de electores, mayores de 16 años, esperan para emitir su voto y decidir, en libertad de conciencia, por el programa de gobierno que de manera realista y concreta cambie, en algún grado, las tremenda desigualdades sociales y la exclusión en este país. Los candidatos serios y responsables, con clara vocación política y de servicio público saben muy bien que en Nicaragua el voto del pueblo vale y debe ser respetado, pues es él el que al fin de cuenta decide.

Verdades, medias verdades y falsedades del discurso político

Durante varios meses tuvimos la oportunidad de ver, especialmente  por la televisión nacional, el empeño de los candidatos por convencer con un discurso político que incidiera en el voto ciudadano. Imágenes personales, viajes interdepartamentales, símbolos, canciones, disertaciones; que entre significados y significantes, forma y contenido, interlazan conceptos, ejes, claves, oposiciones binarias, que pueden enriquecer la política y hacer verdadero al político, o bien dañarla y hacer que el consumidor del discurso lo tenga por falso.

Una primera verdad que constatamos es que todos los candidatos son ciudadanos que están en pleno goce de sus derechos civiles y políticos y por lo tanto pueden aspirar a la primera magistratura de la República. En Nicaragua, desde los años 80 para acá, la Constitución Política ha conservado estos derechos sin discriminación de clase, de sexo, de credo político o de religión. Otra verdad que constato es que los candidatos no pecan de buenas intenciones porque están bien claro que el poder político les permite incidir en las Políticas Públicas y ofrecen lo que ellos saben que puede generar cambios y marcar alguna diferencia si se trabaja con inteligencia política un buen programa de gobierno. 

Una de las medias verdades y abiertas mentiras, es que el candidato presidencial, que no tiene trayectoria política, un sólido respaldo partidario, una fuerte base social y una candidatura de consenso, podrá creerse todo lo que quiera y todo lo que digan sus asesores, pero hacia el sector votante, que es el que importa; sólo proyecta incertidumbre, desconfianza y no garantiza ninguna estabilidad futura. Lo peor de las abiertas mentiras es que los candidatos pueden aparecer en el último lugar de la intención de votos, muy por debajo de lo permitido, sin embargo, insisten en proclamar con algarabía su aplastante triunfo sobre sus contendores. 

Dentro de las verdades y falsedades del discurso de los candidatos quiero identificar un hilo conductor. Con excepción del actual presidente Ortega; que como candidato no podía irse contra sí mismo; todos ocuparon casi su tiempo de campaña en identificar a un enemigo común y tomaron como referente la figura del Comandante Ortega construyendo un discurso de contrapoder basados en el miedo social. Esto nos indica  tres cuestiones a destacar. 

Primero, el miedo le ha servido siempre a las élites para mantener y ampliar sus privilegios y controlar a las masas. Los candidatos no aprendieron la lección y recurrieron al viejo recurso sicológico del miedo, usando ahora la estrategia acusadora de la ilegalidad, el irrespeto a la institucionalidad, la corrupción, el fraude, el partidismo, la dictadura, la violencia y la huida de la cooperación internacional etc.; todos conceptos discutible desde el punto de vista jurídico y político. Sin ideas no hay argumentos y sin argumentos no hay discurso; sólo queda descalificar a la persona.

Segundo, el discurso basado en el miedo social, me lleva a pensar, a partir de un texto de Enrique Dussel, en el concepto de tolerancia, una actitud mínima que forma la voluntad del ciudadano en una sociedad con valores democráticos. No se reflejó, en absoluto, una actitud ética y política de ningún candidato que abriera la posibilidad de cambiar, en un mínimo posible, la forma de hacer política en Nicaragua, al menos en el discurso, ni menos de mostrar una señal de tolerancia. El intolerante se vuelve dogmático y cree ser poseedor de la verdad, más aún, asume un papel mesiánico y expande su verdad cuando cree tener el poder político para imponer su voluntad de poder usando la violencia como un recurso natural, exigiendo a todos la aceptación de su verdad sin cuestionamientos. El intolerante dogmático construye una cierta teoría de la verdad y no acepta nunca la fabilidad de su verdad. Aceptarla constituye una derrota frente a una guerra fundamentalista del poder político. 

Tercero, si la intolerancia dogmática es la ingenua y pura posesión de la verdad; la tolerancia, en su racionalidad, es pretensión de verdad. Esto significa que la verdad no es una “posesión” sino una “pretensión” de acceso, no absoluto, sino finito, parcial, a una posición veritativa, cognitiva, desde perspectivas diversas y condicionadas por lo cultural a lo real. La pretensión de verdad, en su horizonte ontológico, es encuentro abierto, posibilitante de otras razones que pueden oponerse y falsar su afirmación en su pretensión universal de verdad. Consecuente con esto la pretensión de verdad me deriva a la pretensión de validez, categoría que califica y determina la aceptabilidad intersubjetiva del otro en la razón veritativa. Si la pretensión de verdad es lo real aprehendido en la subjetividad, la pretensión de validez es lo intersubjetivo consensuado en la comunidad de comunicación. 

El discursos de los presidenciables careció de retórica, al estilo aristotélico, vale decir, condiciones de aceptabilidad del otro con respecto a los argumentos propios o ajenos y se apresuraron a hacer afirmaciones absolutas, con pretensión de verdad y cayeron en el terreno de la intolerancia dogmática. El problema de los candidatos argumentantes es que al tomar como referente al Comandante Ortega, obviaron sus logros y avances en el plano social, económico y de infraestructura y lo descalificaron a priori. No mostraron una visión de país, de Estado, de continuidad, de avances, de proponer más logros, sino de mesías, de intolerancia, de violencia, de promesas poco realistas. Ortega nunca los enfrentó, de ninguna manera, no tuvo la intención ni la necesidad de argumentar contra ellos nada. No hay un spot de propaganda política en ningún medio de comunicación donde Ortega haya hecho referencias a sus contendores o hablado de su candidatura y compararla con nadie. Fue muy inteligente al saber identificar a su enemigo, desde el comienzo de su mandato pero no para atacarlo o destruirlo, sino hacerlo su aliado estratégico, para avanzar, para construir, para ganar. El liderazgo político de Daniel Ortega no puede ser visto como una competencia, es propio de su personalidad, forjado a fuego lento, en el crisol de la lucha revolucionaria; es carismático no caudillo; es un político horizontal, innovador, se reinventa constantemente. Si quisiéramos utilizar un concepto de alguno de los paradigmas de interacción humana, que se manejan en el liderazgo empresarial, diremos que Ortega tiene una mentalidad ganar-ganar, esto significa que su estructura mental y su corazón funcionan siempre en procura del beneficio mutuo de todas las partes que interactúan. Desde esta filosofía, la vida se interpreta como un escenario cooperativo, no competitivo. Muchos tenemos la tendencia a ver las cosas en términos dicotómico; la mentalidad ganar-ganar en cambio piensa que hay posibilidades para todos, que el éxito no se obtiene utilizando al otro, sino incluyéndolo, coparticipando, cooperando. El Presidente Ortega no es un caudillo, tiene más bien el talante y el verdadero perfil de un auténtico líder.