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miércoles, 3 de junio de 2009


La tortura en EEUU divide a la clase política

Marco A. Gandásegui, hijo

Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA


En toda sociedad de clase quien tiene el poder tiende a abusar de él en algún momento. Para ello, quienes ocupan las posiciones de poder definen qué se considera un abuso y cómo se debe castigar al responsable. En el caso de EEUU, se ha abierto un debate en torno a la tortura. La pregunta es sencilla: ¿debe el gobierno utilizar la tortura para extraerle información a las personas que tiene bajo su control?

A pesar de la sencillez de la pregunta, las implicaciones son muy complejas y deben ser cuidadosamente evaluadas. La idea de un debate sobre esta materia constituye, en sí, un paso atrás de siglos. Quienes participan del debate borran, de una vez, toda noción sobre los derechos humanos. No sólo en EEUU, practicante confeso de torturas a detenidos, sino del resto del mundo que lo tolera sin protestar.

En el debate se plantean cuatro niveles: el legal, el político, el utilitario y el moral. Aunque parezca absurdo, una de las partes asegura que la legislación norteamericana permite la tortura. Además, argumenta con pasión que la tortura es una herramienta política válida para la seguridad nacional. La otra parte, alega que la tortura debe abandonarse porque no arroja resultados útiles. Por último, se asegura que la víctima no tiene moral, es mala y perversa, por lo tanto es legítimo cualquier abuso, incluyendo la tortura.

En América latina, cuando los regímenes militares torturaban a los enemigos del orden establecido, lo hacían en forma secreta. No decían que era legal y menos que era políticamente correcto. Tampoco lo relacionaban con una moral justificadora. En su momento, la mayoría de los militares que abusaron del poder fue condenada por no respetar la ley, por sus errores políticos y por la inmoralidad de su actos.

En EEUU, el presidente Barack Obama quiere abordar los abusos y las torturas que cometió el expresidente George Bush en su “guerra contra el terrorismo” con guantes de seda y sin ensuciarse las manos. No lo podrá hacer debido a lo complicado del asunto. Si no logra extirpar a los torturadores de los “terroristas islámicos”, como llaman a los detenidos en sus campos de concentración, mañana justificarán la tortura de los traficantes de drogas y otros “enemigos”. Seguirán en la lista de torturados los inmigrantes ilegales y los partidarios del desarrollo en los países pobres. En esta misma lógica, seguirían los propios norteamericanos que serían llevados a cámaras de tortura especialmente concebidos para extraerles información.

En la década de 1950, para destruir el movimiento obrero norteamericano se creó la gran “cacería de brujas” encabezada por el Senado de aquel entonces. Fueron electrocutados varios “brujos” comunistas, otros fueron encarcelados y miles perdieron su empleo. Cuando comenzaron a buscar “comunistas” en las Fuerzas Armadas el presidente Eisenhower puso fin a las aventuras del Senado.

¿Podrá Obama poner fin a las torturas y controlar a los agentes que se alimentan de los temores ajenos?.En Panamá y en América latina hay una historia larga de abusos por parte de quienes detentan el poder y explotan el entorno natural y social. Los debates han sido álgidos entre quienes luchan por descubrir los atropellos y aquellos que hacen todo lo posible por encubrirlos. En estos momentos, en Panamá, se denuncian los casos de las muertes de obreros de la construcción y de pescadores por parte de fuerzas del orden. Igualmente, las actividades mineras, energéticas, turísticas y de comunicación están acabando con comunidades enteras en toda la geografía del país.

En el pasado reciente se luchaba contra los regímenes militares y sus abusos de los derechos humanos. En muchos de los casos – Panamá, Chile, Guatemala, Brasil y los demás – los responsables han sido llamados a capítulo y han tenido que responder por sus actos. En la actualidad, este debate – con ribetes políticos y éticos - en torno a los abusos, y concretamente sobre las torturas, se ha trasladado a los pasillos del poder en EEUU así como a sus medios de comunicación.

El presidente Barack Obama desde la Casa Blanca ha lanzado una ofensiva contra las prácticas de las distintas instancias norteamericanas que utilizan la tortura como forma de humillar y deshumanizar a los individuos que son identificados como amenazas a la seguridad nacional de EEUU. Obama plantea que la “técnica” asociada con la tortura produce muy pocos resultados y, más bien, ha desprestigiado a EEUU en la comunidad internacional.

Según el escritor mexicano Carlos Fuentes, el ex-vice-presidente de EEUU, Dick Cheney (2001-2009), se ha levantado como moderno Torquemada, para defender la nueva fe reciclada del “American Century” en el hemiciclo del Congreso norteamericano.

Cheney admitió ante los senadores que los torturados, “combatientes ilegales” en el lenguaje del gobierno de EEUU, eran vestidos con "chalecos explosivos, sus heridas escarbadas con un pie, sus dolores aumentados por pentotal sódico (y recibían) la amenaza de cortarles los ojos".
Cuando el senador John McCain le hizo una pregunta, Cheney le dijo: "Cierra la boca. Todos estamos aburridos de tus apologías contra la tortura. ¿Por qué no te unes al marica Specter (también senador) y te vas del otro lado? Cheney calificó a Obama, como "la delicada orquídea de Harvard" y lo acusó de "arrimarse a dictadores grasosos, dándoles besos a esos comadrejas europeos a los que nuestros militares liberaron".

Cheney declaró en la audiencia que entre los métodos de tortura autorizados por la Casa Blanca de George Bush se encontraban retirarle medicinas a los detenidos, simular que se les ahogaba, el uso de serruchos para intimidar e informes falsos sobre la muerte de un hijo del detenido.

Según The New York Times, la Casa Blanca aprobó a principios de la gestión de Bush el uso extremo y secreto de la tortura, e incluso la "desaparición" de los torturados. Cheney, en aquel entonces, insistió en su política de brutalidad y tortura y logró una orden ejecutiva autorizando los actos de coerción (los mismos que el ex vicepresidente defendió en el comité senatorial).

Condoleezza Rice fue la que recomendó el reconocimiento público de que EEUU tenía detenidos sospechosos de ser terroristas. Cuando este procedimiento fue aprobado en la Casa Blanca, Alberto Gonzales, el procurador general de Bush, propuso la teoría de la "inmaculada concepción": llevar los prisioneros a Guantánamo, sin admitir que antes estuvieron secretamente detenidos.

John Yoo, abogado del gobierno y co-autor de los “memorandos sobre la tortura”, sentó doctrina al señalar que “la víctima debe experimentar dolor o sufrimiento intenso, del tipo equivalente al dolor asociado a una herida física de gravedad, tan grave que provocaría la muerte, la falla de un órgano, o un daño permanente que provoque la pérdida de una función corporal importante”. El Juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional de España, está procediendo con una investigación contra los llamados “Seis de Bush”, que incluye a Yoo y al ex procurador, Alberto Gonzáles.

Carlos Fuentes quien destapó las declaraciones de Cheney es más optimista en relación con Obama. Señala que “Obama trae una experiencia legal y una cultura jurídica que vienen a llenar el inmenso vacío dejado por la era Bush-Cheney. Al alegato de Cheney (la tortura era necesaria para la seguridad) Obama da a entender que la información obtenida bajo tortura suele o puede ser falsa, como lo demuestra la experiencia a posteriori de la era Bush-Cheney”. Además, agrega, que según Obama “la seguridad nacional no implica la violación de la juridicidad nacional o internacional. Al contrario, el apego al derecho desarma al enemigo y la violación del derecho nos asimila a él”.

En la década de 1950 el presidente Eisenhower logró poner fin a la “cacería de brujas” cuando logró destruir el movimiento sindical y, de paso, acabar con los militantes comunistas en EEUU sospechosos de desleales. ¿Podrá poner Obama fin a la “guerra contra el terrorismo” y a los abusos que desarrollaron sus promotores en las posiciones más elevadas del gobierno del presidente Bush?

Panamá, 28 de mayo de 2009.

El giro a la derecha en Panamá


Martinelli nombra un gabinete empresarial


Marco A. Gandásegui, hijo


Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA


El presidente electo Ricardo Martinelli, quien tomará posesión el 1° de julio, no dejó pasar mucho tiempo para hacer sentir su compromiso con la clase empresarial panameña. Además, el modelo neoliberal es mezclado con un fuerte compromiso con los capitales nacionales.

El programa de Martinelli reconoce los intereses de EEUU y la prioridad que debe darle a las políticas de las instituciones financieras internacionales. En ese sentido le dará seguimiento a los compromisos adquiridos por el gobierno saliente. De igual manera, se ha declarado partidario de los acuerdos militares que Panamá tiene con EEUU. No está muy claro si entre sus planes está profundizar esos pactos.

En forma abierta, Martinelli y sus colaboradores han manifestado que no tolerarán protestas sociales de los trabajadores, educadores o comunidades. La represión al pueblo indígena por parte de la Policía Nacional no ha sido objeto de comentario por parte de quienes llegarán al poder en menos de seis semanas. Martinelli privilegia la utilización de las cuencas para la generación de energía eléctrica.

A pesar de esta inclinación, los sectores empresariales, que apoyaron las aspiraciones de Martinelli, se han sorprendido por los nombramientos realizados por el presidente-electo para ocupar posiciones en su consejo de gabinete. La mayoría de las figuras escogidas no tienen experiencia pública y sus especialidades se encuentran muy lejos de las responsabilidades que van a asumir. Hay un número plural de ministros-designados que vienen del mundo mediático, un indicio que el presidente-electo está impactado por su propio éxito en la manipulación de los medios de comunicación que lo llevaron al triunfo electoral.

El consejo de gabinete tiene 13 ministros de Estado (sin incluir los nombrados por decreto presidencial, modalidad introducida por el actual gobierno saliente). Un total de seis ministros son del Partido Cambio Democrático (CD) y cercanos colaboradores. El vicepresidente del CD, Roberto Henríquez, fue designado ministro de Comercio e Industrias, cartera ligada a las inversiones extranjeras. Martinelli designó a su abogada, Dora Cortés, para encargarse de la cartera de Trabajo.

Los nombramientos que más llamaron la atención fueron los de Salud, donde designó a su médico de cabecera. En Educación nombró a la periodista Lucy Molinar y en Desarrollo Social, quedó el popular presentador de televisión, Guillermo Ferrufino. Como ministro de la Presidencia, Martinelli tendrá a su jefe de campañas electorales ( 2004 y 2009), Demetrio “Jimmy” Papademetriu.

El Partido Panameñista (PP), que es la organización política más grande de la Alianza por el Cambio, sólo contará con tres ministros. El vicepresidente electo de la República, Juan C. Varela será el canciller. Alberto Vallarino C. quedó a la cabeza del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Vallarino y Varela se perfilan como precandidatos a la Presidencia para 2014. Al PP le tocó también el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA).El tercer partido de la Alianza, Unión Patriótica, sólo tendrá el Ministerio de Gobierno y Justicia con Raúl Mulino al mando. Este despacho quedó menguado al nombrarse a un director de la Policía Nacional, Gustavo Pérez, cercano a EEUU y sin vínculos con los partidos de la Alianza. Los ministerios de Vivienda, Obras Públicas y de Asuntos del Canal quedaron en manos de empresarios de la construcción que velarán por sus intereses.

Panamá, 21 de mayo de 2009.



martes, 2 de junio de 2009

El pasado y sus olvidos


EL DIA QUE ME QUIERAS

Guillermo Gómez santibáñez


“Aprender del pasado sin quedar atrapados en él”; estas son expresiones dichas por el presidente Barak Obama, en la Cumbre de las Américas en Puerto España. Las palabras del mandatario norteamericano no fueron elegidas al azar, tampoco pretendieron adornar un discurso que ya caracteriza su brillante retórica. Más aún, creo que el sentido de sus palabras trascienden la intención de responder al Presidente Daniel Ortega de Nicaragua, quién, al antecederlo en su alocución, no pierde la memoria histórica, ni elude el compromiso de mencionar la deuda moral de los Estados Unidos con los países de la región centroamericana.

Obama parece tener claro que es preciso aprovechar la ocasión que amerita el momento, para inaugurar un nuevo escenario político respecto de las relaciones entre los Estados Unidos, el Centro y el Sur de América. Este nuevo comienzo, junto a un cambio de estrategia de la Casa Blanca para llevar los asuntos con América Latina, constituye, indudablemente, un gran reto para la administración Obama.

La postura de Obama y el mensaje que transmite a la opinión pública en la Cumbre, deja ver un estilo claro y directo en el abordaje de los temas político de la región, y reconoce que en el pasado, el poderoso país del norte adoleció de un grotesco y despiadado intervencionismo. La historia de los últimos cincuenta años del siglo XX en América Latina y el Caribe, son una clara evidencia de las injerencias de los Estados Unidos en los asuntos internos de cada país y de una imposición de modelos y políticas económicas que han socavado y eclipsado los proyectos alternativos y los procesos sociales autónomos de nuestros pueblos. Es indesmentible, la violación de la soberanía de nuestros pueblos y el derecho legítimo a decidir nuestra propia historia.

En una de sus frases aclamadas: “No he venido a hablar del pasado, he venido a tratar sobre el futuro”, Obama parece tener mucha razón, porque en política se debe construir en perspectiva de futuro. Sin embargo, la política no ve el futuro en estado de amnesia, ella se construye sobre la base del pasado, pero con visión de futuro para no cometer los mismos errores, sobre todo, si las decisiones políticas aplicadas han provocado desequilibrios y han impactado nefastamente sobre las realidades sociales y económicas.

Nuestros pueblos no pueden olvidar el pasado, mientras siga habiendo tanta desigualdad e injusticia en América Latina. En tanto las riquezas sigan en manos de tan pocos y la distribución de ellas no sean equitativas; provocando eternas desigualdades, los pobres, que son la gran mayoría, seguirán sangrando y jamás podrán perdonar y olvidar las deudas sociales y morales que se la historia ha contraído con ellos.

No se trata simplemente de “borrón y cuenta nueva”, de olvidar el pasado porque golpea mi conciencia. De lo que trata en verdad es de un cambio de actitud, lo que implica también un cambio de mentalidad. Las relaciones Norte-Sur y Sur-Sur deben ser revisadas y replanteadas en varias direcciones. Debe generarse en los países de Europa y en los Estados Unidos una especie de inversión de la mirada, es decir, de cambiar la perspectiva para poder entender los fenómenos culturales latinoamericanos. Esto significa, en palabras del profesor Jorge Gissi, sicólogo chileno, cambiar la figura y fondo; “La construcción de una psicología latinoamericana que implica reconocer la pobreza y las diferentes clases sociales, pero implica también reconocer que América Latina no es una Europa o Norteamérica más pobre, sino un continente diverso, y que además debe buscarse como alternativa al capitalismo decadente y a cualquier neocolonialismo.

Bajo un nuevo escenario político en América Latina, tanto Estados Unidos como los países más ricos de Europa tienen enormes desafíos en su política exterior con nuestro subcontinente, especialmente porque se ha ido produciendo un nuevo empoderamiento de gobiernos de Izquierda y con el cual se debe proceder de una manera distinta a como se estilaba bajo regímenes de sellos netamente neoliberal.

Obama debe marcar la diferencia en su trato con América Latina, pero sobre todo ser consecuente con sus palabras y acciones, tanto aquí como en otras latitudes. Podemos hacerle barras a su gestión y darle buenos puntajes, como también podemos abuchear sus malas acciones, porque el límite del carácter de un presidente se mide, precisamente por el nivel y profundidad de sus acciones.

Esta vez no ha sido América Latina el objetivo de las operaciones ramboides del Ejercito Norteamericano, sino Afganistán, un país ocupado por tropas occidentales y dirigidas por los Estados Unidos. No es el “I have a Dream” de Obama. Es Afganistán, donde la aviación imperial de EEUU descargó su furia, en una acción bélica desencarnada sobre vidas inocentes, asesinando, a vista y paciencia del mundo, a más de cien personas, incluidas mujeres, niños y ancianos, según reportes de la Cruz Roja Internacional. Esta masacre reafirma lamentablemente que la ilusión de un imperio democrático y humanista con Obama a la cabeza, nos deja a media línea en la canción “We shall overcome” (Hemos de triunfar); la misma que alzaban en voces los que luchaban por los derechos civiles de los negros en la década del sesenta en los Estados Unidos, con Martin Luther King al frente. En la práctica nada ha cambiado, la inversión de la mirada, que nos revela al “otro” como al que debo aceptar con su diferencia, no me suscita el cambio, la transformación, porque entre palabra y acción hay un buen trecho para andar. Los cambios implican transformaciones profundas y de alto costo social y político. Los Estados Unidos no han cambiado su línea de continuidad de la política de ocupación y la estrategia genocida de sus halcones.

Quizás cantamos mejor el tango del “Zorzal criollo” o el “Morocho del Abasto” como le llamaban cariñosamente a Carlitos Gardel:

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno...
Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor...

Volver...
con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir...
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir...
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez...

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida...
Tengo miedo de las noches
que pobladas de recuerdos
encadenan mi soñar...

Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar...
Y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón.