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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Pensar Latinoamérica


¿Qué son los Estudios Latinoamericanos?

No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos de nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de propiedad y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestra caso es el más extraordinario y complicado

Simón Bolívar

Guillermo Gómez Santibáñez

Los Estudios Latinoamericanos, dentro del ámbito interdisciplinario de las ciencias sociales, han venido a constituir, en diversos sectores académicos de América Latina, ya sean universidades o Institutos independientes, un enorme desafío en la formulación de teorías sociales que den cuenta y justifiquen, metodológicamente, un pensamiento propio o una reconstrucción de nuestra identidad cultural Latinoamericana.

El genio griego fue capaz de dar cuenta de su propia razón de ser al construir otro tipo de saber, que no sólo vino a constituir un conocimiento científico, universal y necesario, distante de la arbitrariedad, sino que también un principio general de orientación que sirviera al hombre para vivir. El logos griego no se construyó sobre la base exclusiva de la razón, sino también cumplió una función indispensable; como fue la formulación de los fundamentos necesarios para dar cuenta de la existencia (Roco: 1995). En la racionalidad griega, la teoría fue capaz de interpretar la realidad vigente, bajo constructos propios y con una fuerza epistémica sin precedentes.

Dentro del ámbito de los Estudios Latinoamericanos, “Nuestra América”, como visión utópica y como la concibieron latinoamericanistas de la altura moral e intelectual de Martí y Bolívar, nos presenta razones para develar un logos originario fascinante y para apostar a una epistemología Latinoamericana que nos evite el riesgo de caer en una especie de regionalismo singularista de la teoría y del pensamiento social y nos conduzca a condiciones de posibilidad para pensar nuestra realidad planteando una filosofía crítica alternativa latinoamericana (Arrigada-Kehl: 2002).

El desafío que se nos presenta frente al pensar propiamente Latinoamericano es lidiar con la pregunta cómo relacionar teoría y realidad, de modo que nuestros problemas puedan ser iluminados con la racionalidad propia del logos americano y no desde un paradigma filosófico exógeno, que se construyó a partir de otras visiones, otras encrucijadas, otras sensibilidades y otros problemas, como lo fueron el greco-europeo. Sin embargo, no se trata de evitar o romper con la tradición filosófica greco-europea para dilucidar nuestra realidad dilemática, sino más bien adentrarse en la riqueza del pensar filosófico y su producción espiritual, planteándonos nuevos horizontes intelectivos e interpretativos ligados a nuestra realidad humana y latinoamericana. Esto nos demandará, por cierto, el necesario esfuerzo intelectual para superar la visión clásica y tradicionalista de la filosofía, que respecto a su objeto de estudio y estructura, se encapsuló en tratados y teorías en torno al ser, soslayando la especificidad del conocimiento filosófico y su capacidad para inteligir otros horizontes y nuevos tiempos.

La filosofía, en tanto actitud y contemplación de los modos como el hombre piensa la realidad; y pasado ya su momento “griego” de la filosofía lógica, viene hoy, en sus cauces recorridos, a pensar y fundamentar la realidad, situada en su propio contexto ontico, bajo el instrumento de la epistemología, distinguiendo tematizaciones filosófica e intentando dilucidar preguntas que surgen del pensar América Latina como una realidad diferenciada, “despensada”, compleja, e inacabada, pero que sin embargo, se ha pretendido y se sigue pretendiendo presentar, bajo la égida colonialista y civilizatoria dominante de Occidente, a América Latina como subalterna, como cultura periférica y destino de Europa y Estados Unidos, suprimiendo así su identidad y alienando su universo simbólico para invertir su orden de valores. (Vargas: 2002)

Una filosofía latinoamericana, que dé cuenta de su pensar, situado en el logos americano, debe incorporar medios expresivos de aprehensión de la realidad como las imágenes, metáforas y símbolos, en un retorno a los elementos cosmovisivos inherentes a la naturaleza humana, que sirven y son necesarios a la vez para plantearse una concepción generalizadora del mundo, más allá de conceptos teóricamente elaborados y sistematizados. Sus disímiles formas simbólicas y metafóricas revela y construye el ser esencial del hombre Latinoamericano.(Rivas:2007)

Pensar Latinoamérica nos compromete entonces y nos impone en el desafío epistemológico de aspirar; como decía Andrés Bellos en 1848; a la independencia del pensamiento, lo que en otras palabras significa un pensamiento que pone como condición la autoconciencia de pueblo históricamente situado y negado en su ser, para satisfacer sus exigencias de libertad. Esta realidad pensada y “despensada”, (Heidegger) desde el logos americano, pero con conceptos y categorías de la filosofía universalista, nos advierte sin embargo, como una nota al pié de página, que el paradigma filosófico heredado y exógeno, es instrumental y no cumple funciones en sí misma sino que se adapta y reenfoca para el objetivo señalado. (Arriagada-Kehl:2002).

Nuestra América debe ser imaginada desde una unidad diferenciada, en el que se implican puntos de vistas como el geoeconómico, social, político y cultural. Más allá de sus trazos comunes, ella representa un problema por sus diversidades profundas, su pluralidad étnica y por su construcción incompleta. En una conferencia dada en el VII Congreso de Estudios Latinoamericanos en San José, Costa Rica, en el 2005, y donde tuve la ocasión de participar, Quince Duncan señalaba que la crisis de identidad latinoamericana estaba dada por el “complejo de blancos” que acompaña el imaginario mestizo y que en “América Latina persiste entre los intelectuales y entre los sectores de la clases económica y políticas la idea de afirmarse como nación blanca”.

El “complejo de blanco” en América Latina da la premisa que el problema identitario constituye un eje de análisis que es transversal al mismo ser latinoamericano en una situación dicotómica y en una continua escisión de su conciencia. Esto se daría por tres situaciones implicadas: dice Duncan: a) identidad aspirada o deseo de ser blanco como el europeo. b) identidad denegada porque los europeos no consideran al latinoamericano como blancos c) identidad rechazada, la no aceptación de su propia realidad identitaria. Esta realidad se desprende a partir de tres elementos históricos que habría que analizarlos con detención: primero, la herencia colonial del sistema de castas, segundo la fascinación de las élites culturales con la cultura europea; y, tercero, el temor y rechazo de la diversidad étnica que sufren estas mismas élites.

Lo referido anteriormente es un pequeño reflejo, dentro de una gran variedad de líneas investigativas y de la necesidad del renacimiento de los estudios latinoamericanos por parte de los intelectuales que integran la academia universitaria. Este desafío viene a llenar un vacío existente en muchas universidades de América Latina, que no cuentan con un centro dedicado a los Estudios Latinoamericanos como disciplinas especializadas. El desarrollo de un proyecto de Estudios Latinoamericanos dentro de la Universidad, como espacio de investigación y sistematización, tiene el propósito de constituirse en un espacio de reflexión y diálogo entre las humanidades y las ciencias sociales, posibilitando de ese modo un eje epistemológico sobre el subcontinente americano, además de una articulación y recreación de las diversas tradiciones intelectuales Latinoamericanas.

La Universidad Politécnica de Nicaragua, hace once años, creó el Centro Interuniversitario de Estudios Latinoamericanos y Caribeños, (CIELAC) “Mauricio López” y fue pensado con una visión de futuro y como un proyecto interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario en el contexto de Centroamérica y el Caribe y por extensión al resto de Latinoamérica. Tal ha sido su desafío permanente que ha buscado convertirse en un centro de referencia, estableciendo redes con otros centros afines y creando alianzas estratégicas para la difusión del pensamiento Latinoamericano, la identidad cultural del subcontinente y sus más diversas manifestaciones.

América Latina constituye un entramado cultural rico, diverso y contrastante en su pluralidad y geografía, que exige además, para su descripción e interpretación, la rigurosidad metodológica y sistemática de los estudios sociales en su construcción teórica. América Latina, como una realidad multiforme, social y cultural, hay que sentirla y pensarla, ya que constituye una singularidad más allá de la colonialidad del saber y del poder.

Si retomamos un poco más la reflexión que nos ocupaba en párrafos anteriores, respecto a la composición de nuestra identidad cultural, sobre los indicado se establecen algunas tesis que dan cuenta, por un lado, que somos el resultado de un componente o reconstrucción ya sea español, indígena o racionalista y por otro lado, que somos consecuencia de una matriz cultural híbrida, situada en un tiempo fijo y determinado, sin posibilidad de nuevos aportes, caracterizándola como matriz esencialista, y que en justicia, a una concepción histórica de identidad, habría que superarla. (Larraín: 1996)

Replantearnos nuestra propia identidad Latinoamericana, con el fin de comprendernos en nuestra especificidad y en nuestro ethos, exige miradas retrospectivas al tiempo para poder identificar, bajo una metodología de estudios explicativos, los principales elementos que contribuyeron a la formación de los principales modelos culturales latinoamericanos a partir del encuentro entre la cultura hispánica dominante y la cultura indígena sometida.

En el desarrollo y constitución de nuestra cultura Latinoamericana podemos hallar grandes síntesis culturales, como la conquista y el imaginario iberoindígena, los grandes procesos de ruptura e independencias y la gran depresión económica del norte y el fin de la dominación oligárquica, con voces intelectuales latinoamericanistas que van desde un José Martí, pasando por un Zea, un Darío, un Vasconcelos, hasta el sur con un Rodó. Estos pensadores, aunque simpatizantes del legado de la cultura hispánica, se convertirán en pioneros de una revisión crítica y sistemática del espíritu liberal-positivista heredados de la razón ilustrada.

Estudiar América Latina resulta una tarea ardua y compleja pues se trata de una realidad cultural construida a partir de una multiplicidad de influencias, de comprender otras miradas, otros modos de ser y de entender la complejidad de la construcción del “otro”, desde el logos europeo y desde nuestro logos originario. Desde esta autoconciencia surge la pregunta por nuestra identidad cultural latinoamericana más propia y específica y su diferencia con la europea, que por consecuencia nos lleva a establecer premisas e hipótesis que puedan crear condiciones de posibilidad para un relato histórico, que en su interpretación social pueda ayudar a explicar y generar proyectos de cambio social en las estructuras sociales y de poder.

Por siglos nos ha seguido una sombra fantasmal, que cual maldición nos ha creado el complejo de blancos y nos ha hecho negar nuestros orígenes, asumiendo una posición de inferioridad, de memorias ocultas, de pueblos sin historias, de desigualdades eternas. De una racionalidad moderna extraviada y sin sentido, que legitima discursos dominantes construidos a partir de Platón, Aristóteles, San Agustín, santo Tomás, Descartes, Kant, Hegel, Comte, Nietzche etc. (Ritman: 2008)

La razón cultural de occidente ha sido colonialista y dominante, e instrumento de la modernidad como proyecto civilizatorio. Por esta razón, los Estudios Latinoamericanos, en relaciones interdisciplinarias con investigación y docencia, son fundamentales en nuestra Universidad, porque constituye un espacio de resistencia al pensamiento único, identifica la erudición falsa y establece prioridades al momento de construir conocimiento en una agenda plural y científica.

La dinámica de los estudios sociales en América Latina, su metodología y metódica, tienen un carácter multidisciplinario, que posibilita el acercamiento de visiones, enfoques y tratamientos epistémicos colectivos para poder reconstruir y recrear teorías sociales con la intención de aspirar a alcanzar una comprensión omniabarcante de nuestra realidad, generando así horizontes interpretativos de saberes interconectados. Desde esta necesidad, nuestro centro busca la interdisciplinariedad; porque entiende que estudiar América Latina implica intersección y conexión entre saberes y formas para desarrollar un pensamiento crítico, que enfrente tendencias, corrientes y teorías. Por eso, la realidad histórica, social, filosófica y epistémica de los Estudios Latinoamericanos no deben perder, en la academia, su importancia y relevancia, por cuanto los enfoques científicos y relaciones interdisciplinarias y multidisciplinarias nos permiten enfrentar nuevos retos y evacuar viejas preguntas vinculadas a nuestros modelos culturales identitarios.

Los Estudios Latinoamericanos demandan el concurso y la participación de las diversas disciplinas que conforman las ciencias sociales, tales como los estudios culturales, la historia de América Latina, la literatura, la antropoliteratura, la filosofía, la antropología, la etnohistoria, la sociología, la ciencia política, la economía, y los estudios religiosos. Cada una de estas disciplinas traza sus líneas de investigación y construye o reconstruye teorías que aportan nuevos conocimientos de la realidad específica que se quiere estudiar. Vista desde esta perspectiva, los Estudios Latinoamericanos, en el caso particular de la UPOLI, que forma profesionales, más en el campo de las finanzas y la administración de empresa, deben buscar, junto con una mayor profesionalización, un contrapeso humanístico a la racionalidad técnica, que sin ser algo negativo, subsume la racionalidad discursiva.

Bajo esta premisa, el Centro Interuniversitario de estudios Latinoamericanos y Caribeños, “Mauricio López”, (CIELAC-UPOLI) ha diseñado cinco líneas de investigación para sus estudios en el ámbito de la realidad social:

a) Filosofía Latinoamericana

b) Políticas públicas y gobernabilidad

c) Política y movimientos sociales en Centroamérica

d) Migración y Movilidad social en Centroamérica

e) Religión e interculturalidad en Nicaragua

Es importancia señalar que estas líneas de investigación social cubren áreas del conocimiento que pueden contribuir a una mejor comprensión de los fenómenos sociales, políticos y culturales de nuestra América y que se constituyen en objeto de los Estudios Latinoamericanos, cruzando muchas veces fronteras de otros campos de investigación dentro de la academia y con los cuales se pueden establecer alianzas de investigación colectiva como suele ser la tendencia hoy día en América Latina.

Finalmente, y en una precisión necesaria, quiero decir que los pilares constituyente de la “universitas”; docencia, investigación y extensión, deben estar, de forma incluyente e integradas en función de la formación y la educación de la persona que crea ciencia y es portadora del servicio que tanto la persona como la ciencia le prestan a la sociedad a través de la dedicación profesional. De este modo, la UPOLI se distingue de otros proyectos educativos universitarios, pues en la práctica, su lema de “servir a la comunidad” sitúa su formación académica dentro de una perspectiva de Institución con una función pública y bajo una visión cristiana de la vida y del mundo que busca formar científicos, intelectuales y profesionales que sean modelo de Hombre, de contracultura de resistencia a los modelos de dominación y de conciencia crítica de la sociedad.

Bibliografía:

  1. Ibáñez, Larraín Jorge. La modernidad: razón e identidad en América latina. Editorial Andrés Bellos. Santiago de Chile, 1996
  2. Colombre, Adolfo. América como civilización emergente. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina 2004
  3. Fernández, Retamar Robert. Pensamiento de nuestra América. CLACSOLibros, Biuenos Aires, Argentina 2006
  4. Roitman, Rosenmann Marcos. Pensar América Latina. CLACSOLibros, Buenos Aires, Argentina 2008.
  5. Cuaderno Prometeo 22. Universidad Nacional de Costa Rica, 2001. Págs. 37-57
  6. Revista Logos. N°12, año 2002, Universidad de la Serena de Chile, págs. 75-80
  7. Revista de Filosofía. A Parte Rei, n°49, año 2007, Reflexiones en torno a la Filosofía de José Martí en el contexto de la Filosofía Latinoamericana. Departamento de Filosofía, Holguín, Cuba.